viernes, 31 de agosto de 2007

Estudios controvertidos


La OMS encargó a la ICNIRP (siglas en inglés de la Comisión Internacional para la Protección de la Radiación No Ionizante) la delimitación de unos niveles de radiación que no supusieran riesgo para la salud de los ciudadanos. Estos niveles se difundieron en 1998. El año siguiente, el Consejo de la Unión Europea adoptó estos criterios de la ICNIRP en forma de recomendación. El Estado español, al igual que la mayor parte de los países europeos, aprobó esta recomendación en 1999.

Para muchos investigadores, los estándares y niveles recomendados por al ICNIRP son de varios órdenes de magnitud superiores a los que serían seguros para la salud. El punto de vista de la ICNIRP es que el único efecto biológico establecido -y el único posible- de la radiación es el calentamiento de tejidos, y se considera que con el nivel de 450µW/cm2 su efecto térmico no es nocivo. Sin embargo, un contundente número de expertos defiende otro tipo de efectos, como son los de interacción con los mecanismos biológicos (algunos de los cuales se enumeran en el texto principal del artículo).

El investigador neozelandés Neil Cherry, que realizó un estudio por encargo del Parlamento Europeo (junio de 2000), es tajante: "la radiación electromagnética de bajo nivel [como la de los móviles] es perjudicial para el cerebro, corazón, feto, hormonas y células [...] a través de resonancias con los cuerpos y las células, la radiación interfiere en la comunicación inter-células, su crecimiento y regulación, y está dañando la base genética de la vida". Este investigador recomienda una exposición máxima en exteriores en el límite de las zonas habitadas de 0,1µW/cm2.

Para muchos analistas, además, son claros los fuertes lazos del ICNIRP con el ejército y con la industria de las telecomunicaciones, a la que han pertenecido muchos de sus integrantes, incluyendo a su director, el doctor Repacholi, que ahora se desdice del estudio que publico en Microwave News (1994), sobre la relación causa-efecto de telefonía móvil y el linfoma en ratas de laboratorio, estudio que le catapultó a la dirección del programa CEM de la OMS.
Hasta ahora, la mayor parte de la investigación ha sido costeada por las empresas de telecomunicaciones: en mayo de 2000 había en marcha 78 estudios sufragados por la industria en todo el mundo, mientras que los gobiernos estaban financiando solamente 14, y en algunos casos, con una notoria precariedad de medios. Los trabajos financiados por las empresas en buena medida se dedican a reproducir estudios que les son favorables, mientras que los gobiernos se resisten a aportar los fondos suficientes para las investigaciones.


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