Numerosas evidencias científicas y jurídicas cuestionan su pretendida inocuidad
SINOPSIS
Hoy existen evidencias científicas suficientes para afirmar que la radiación indiscriminada de microondas, que genera la red de telefonía móvil sobre la población, tiene efectos biológicos indeseables e introduce un riesgo inaceptable para la salud pública.
Mientras tanto los informes oficiales concluyen que la radiación que origina el uso de los teléfonos móviles y las antenas asociadas no provoca daños a las personas, aunque recomiendan más estudios e investigaciones.
Los claros vínculos de algunos de estos organismos oficiales con las grandes empresas de telecomunicaciones condicionan sus investigaciones, pero nuevas normativas, en diversos países y las recientes condenas judiciales por contaminación electromagnética, están cambiando el vacío legal existente en las telecomunicaciones.
Efectos biológicos de la telefonía móvil
La radiación de un teléfono móvil supera 3 millones de veces la radiación natural (Natural Sun), y durante su uso la antena emisora-receptora se sitúa literalmente pegada al cerebro. La emisión de microondas, muy cerca de nuestro cráneo, acelera nuestras ondas cerebrales al límite del estrés, y puede tener muchos otros efectos biológicos, como se señala más adelante.
En ausencia de toda normativa las compañías telefónicas aprovechan el vacío legal existente y las antenas repetidoras de la red móvil proliferan en nuestros tejados, muchas veces sin molestarse en recabar los más elementales permisos. Cada vez más podemos disfrutar en el campo de los grupos de antenas repetidoras, de diversos modelos según cada compañía telefónica (Movistar, Airtel, Retevisión), que a la caza de la cobertura total compiten por conquistar el edificio o la colina más alta de la zona.
Hoy la cobertura de la red de telefonía móvil es casi total en todo el territorio nacional -hasta el 90-95% según compañías- y esta telaraña tecnológica crea una polución de radiofrecuencias que invaden todo el espacio radioeléctrico, generando múltiples efectos ambientales y biológicos.
Muchos informes científicos alertan de los riesgos de la contaminación electromagnética y especialmente de las microondas, utilizadas en emisiones de televisión, radares y telefonía móvil, pero también en informática (chips) y en múltiples dispositivos electrónicos (wireless). En exposición continuada, a largo plazo, con el uso del móvil o expuestos a las antenas repetidoras, muchos científicos encuentran daños en la membrana celular (flujo de iones Ca, K, Na), efectos sobre el sistema inmunitario con pérdida de defensas, e incluso alteración del ADN, con destrucción de cromosomas, y rotura de enlaces simples y dobles. Se ha encontrado incremento de tumores en cobayas; se ha relacionado el uso del móvil con el cáncer de piel, y puede ser causa de tumores cerebrales (permeabilidad cerebral); también se ha vinculado con el Parkinson y con el riesgo de potenciar o acelerar la aparición de la demencia de Alzheimer.
Los efectos biológicos dependen del tiempo de exposición a las microondas, aumentan linealmente con la potencia de la fuente de emisión (móvil o antena), y decrecen exponencialmente (d2) al aumentar la distancia entre el móvil o antena repetidora y la persona expuesta. Pueden aparecer con dosis de radiación muy bajas, a partir de 0,1µW/cm2 de potencia de radiación. Los estudios del biofísico Neil Sherry (New Zeeland), encuentran efectos biológicos, con alteración del electroencefalograma a partir de sólo 0,01µW/cm2. Datos confirmados por las investigaciones del Dr. V. Klitzing (Lübeck, Germany) que como especialista en Física Médica sitúa los umbrales de prevención entre 1 y 10 nanoWatios/cm2 (0,001-0,01µW/cm2).
Por su parte, los efectos neurofisiológicos a corto plazo muestran una clara correlación con el mayor uso de móviles o con una mayor proximidad a las antenas. Algunos de estos efectos son: incremento del estrés; alteración de ondas cerebrales y otros biorritmos; pérdidas de memoria, mente en blanco; dolor de cabeza persistente; insomnio y trastornos del sueño; ruidos y zumbidos de oídos, mareos y vértigo; palpitaciones y alteraciones del ritmo cardíaco; subida de presión sanguínea; calentamiento de los tejidos cercanos al oído y a la córnea del ojo, con aumento del riesgo de sufrir cataratas; eritemas en las zonas de piel expuestas directamente a las radiaciones; además de toda una serie de malestares difíciles de definir, que la medicina califica como distonías neurovegetativas, el nuevo Síndrome de las Microondas.
Todos somos sensibles a las microondas, pero el peligro potencial frente a los campos electromagnéticos es mayor para la "población de alto riesgo", como embarazadas, bebés y niños que presentan un peligro estadístico mucho mayor (hasta en centenares de veces).
El riesgo también se incrementa en enfermos, ancianos y, más aún, en las personas ultrasensibles, el colectivo de "alérgicos a la electricidad" que puede presentar respuestas biológicas con dosis de radiación hasta mil veces menores.
Marco legal en electromagnetismo
Actualmente la mayor parte de la comunidad europea sigue la norma NEV 50166-2, según los criterios del ICNIRP (International Comission on Non-Ionizing Radiation Protection), una institución al servicio de los intereses de la industria. Este organismo, dependiente de la Organización Mundial de la Salud, OMS, recomienda como límites de densidad de flujo de potencia 450 µW/cm2 para radiaciones continuadas de 900 MHz, y de 900 µW/cm2 para la de 1.800 MHz. Pero recientemente Suiza, siguiendo el ejemplo de Italia, China o Rusia, ante las evidencias científicas de riesgo sanitario para la población, aplica de manera preventiva, y mientras progresan las investigaciones, una normativa de electromagnetismo más restrictiva, que reduce por 100 los valores aceptados por el ICNIRP. La Oficina Suiza de Medio Ambiente ha fijado provisionalmente el límite de exposición humana para la red de telefonía en 4 µW/cm2 (julio 2000).
En la Resolución de Salzburgo (Conferencia internacional sobre Emplazamiento de Emisoras de Telefonía Móvil, Ciencia y Salud Pública, junio de 2000) se da un paso más, recomendando un valor provisional máximo de 0,1µW/cm2 para las estaciones base GSM. La OMS, a través del ICNIRP, sin embargo, no acepta estos límites que califica de arbitrarios, y se remite a los resultados de un estudio epidemiológico en curso, que estará terminado en 2003.
De manera muy pragmática, al no poder cuantificar el riesgo económico, la compañía de seguros Lloyds británica, rehusa asegurar los riesgos sanitarios de los teléfonos móviles, como ya lo hicieran la mayoría de compañías de seguros ante el riesgo de los campos electromagnéticos de baja frecuencia ELF (red Alta Tensión, etc.), que quedan excluidos de la cobertura de las pólizas de seguros (letra pequeña), al mismo nivel que los riesgos inevitables del peligro nuclear, huracanes o terremotos (Allianz 1993).
Ante el vacío legal y normativo existente en España, varios municipios han pedido a nuestro gabinete la realización de un Mapa de Radiación de microondas, o solicitado asesoría técnica para la elaboración de ordenanzas que limiten la proliferación de las antenas repetidoras, siguiendo el ejemplo de Eibar, Cartagena o Santa Coloma de Gramenet, que han publicado bandos u ordenanzas locales que limitan o excluyen las antenas repetidoras en sus municipios.
Conscientes del peligro de un uso prolongado y habitual en el entorno laboral, diversos sindicatos británicos (marzo de 2000), han manifestado que ningún afiliado puede ser obligado por la empresa a llevar encima o utilizar un teléfono móvil durante la jornada laboral.
En EE UU es obligatorio el etiquetado de los teléfonos móviles, de manera similar al tabaco. Desde agosto de 2000, cada nuevo modelo debe indicar el nivel de radiación emitida, para informar del riesgo de cada teléfono móvil y eludir posibles reclamaciones multimillonarias como en el caso de la industria tabaquera.
Entre tanto, el Gobierno español se está planteando redactar un decreto en el que instará -sin obligar- a los fabricantes de teléfonos móviles a que incluyan información sobre sus emisiones, aunque se descarta el incluir advertencias de que puede ser perjudicial para la salud como ya se hace, por ejemplo, en Reino Unido.
La reciente condena judicial a Iberdrola (May 2000), primera en España por contaminación electromagnética, abre un precedente legal para las demandas de los ciudadanos. Que se confirma con la primera sentencia judicial (2000) prohibiendo una estación de telefonía móvil, en Alemania, alega razones de salud, especialmente por el peligro para el cerebro de los ciudadanos. La sala considera poco segura la Ordenanza Alemana que establece en aprox. 470.000 nanowatios/cm2 el límite para la red D de 900 megahercios… que se basa en recomendaciones del ICNIRP. La SSK (Organismo Alemán para Protección contra Radiaciones) considera posible que se produzcan efectos atérmicos en el ámbito de los campos débiles de alta frecuencia "cuando tiene lugar un comportamiento coherente de las estructuras supramoleculares y al mismo tiempo los pequeños cambios físicos son amplificados por cadenas biológicas de señales.
Consejos para reducir el riesgo sanitario
Recordemos que la EPA en un informe de 1990 (nunca publicado), clasificó los campos electromagnéticos como cancerígeno B2, (o sea probable carcinogénico), similar al tetracloruro de carbono, las dioxinas, PCBs o el DDT, hoy día todos ellos prohibidos, y luego ante las presiones del lobby eléctrico, silenció el informe.
Ante esta disparidad de criterios, y con la experiencia de múltiples sustancias o actividades pretendidamente inocuas, que luego se han mostrado malsanas (amianto, numerosos pesticidas inicialmente inofensivos y luego prohibidos, alimentar a las vacas con piensos cárnicos, medicamentos que luego han provocado graves malformaciones, uranio emprobrecido...) lo único razonable es un enfoque que prime la salud de los ciudadanos antes que los intereses económicos de un puñado de empresas poderosas.
Así concluían los expertos independientes británicos cuando dieron a conocer su informe para el Ministerio de Sanidad de Reino Unido en mayo de 2000: "recomendamos que se aplique el principio de prevención en el uso de las tecnologías de telefonía móvil hasta que se disponga de mayor y más fundamentada información científica sobre sus efectos sobre la salud".
Consecuentemente, dado el riesgo evidente, debemos usar el móvil lo menos posible, limitando el número de llamadas y su duración. Si no hay más remedio que usar un móvil, los analógicos son más aconsejables que los digitales (GSM). Debemos elegir un modelo de baja radiación -las potencias de emisión suelen oscilar entre 0,6 y 2 W- y considerarlo un teléfono de emergencia. Es aconsejable extender la antena y alejarlo todo lo posible de la cabeza al hablar (accesorio manos libres), así como el uso de mensajes escritos, por su breve emisión radioeléctrica y por la distancia de lectura.
Cuando no se use (stand by), mantener el teléfono alejado del cuerpo, y evitar llevarlo permanentemente cerca de los genitales, riñones, corazón, ojos o cerebro. No usarlo dentro de edificios, pues aumenta la potencia de radiación al tener que atravesar estructuras densas. Debe evitarse su uso en lugares públicos, para evitar la irradiación involuntaria al usuario pasivo. Es importante impedir la venta y promoción del teléfono móvil a los jóvenes, evitando su uso por los niños, por su mayor sensibilidad.
En el mismo sentido, debemos evitar permanecer cerca de las antenas repetidoras, por la gran potencia y la larga duración de la exposición. Si residimos cerca de una antena repetidora, es preciso medir con precisión la radiación efectiva recibida por las personas (densidad de potencia), con aparatos homologados de alta sensibilidad a cargo de un experto, que puede medir in situ la radiación de microondas y sugerir las medidas necesarias. Ante la amenaza omnipresente de las antenas, podemos instalar pantallas de protección para las microondas, dado que la mayor parte de la radiación de la red de telefonía móvil penetra por las ventanas.
Ante la amenaza de la cobertura total, surge la demanda de instalar pantallas de microondas que impidan el uso del móvil. Este blindaje RF puede ser muy adecuado en salas de conciertos o en iglesias, pues nada es más molesto e indiscreto que oír el timbrazo de un móvil en un funeral, o durante un pianísimo. Cada vez más locales públicos, hoteles y restaurantes de calidad, evitan el uso indiscriminado del teléfono móvil y ofrecen a sus clientes un entorno de silencio, relax y confort ambiental.
Deben evitarse, sin embargo, los sistemas de interferencia RF activos, pues incrementan la radiación ambiental. Por el contrario, las pantallas opacas a las microondas -películas transparentes o cortinas opacas que pueden blindar muros y ventanas-, garantizan el silencio-radio y una reducción de la densidad de potencia dentro del local del 90 al 95%. De otro lado es posible obtener cobertura de telefonía, pero sin sufrir la radiación ambiental, colocando una antena exterior al blindaje, similar a la de los celulares de coche, conduciendo la señal por cable a los lugares que lo precisen, de una manera selectiva.
Resulta de vital importancia realizar, a nivel del estado, un Mapa de Radiación, que permita planificar el crecimiento urbanístico en armonía con la red de telefonía, introduciendo criterios sanitarios y, especialmente, evitar las antenas repetidoras cerca de guarderías, escuelas, hospitales y centros similares, donde se encuentra la población más sensible. Es preciso establecer distancias de seguridad siguiendo las más avanzadas normativas internacionales: mientras la UE propone una distancia mínima de seguridad -sin presencia humana- alrededor de las antenas de 58 m, en Toronto (Canadá) son 200 m, 300 m en Namur (Bélgica) y 500 m en Australia. En este momento en España se autorizan las antenas a 5 m de la ventana de una vivienda, y la nueva normativa en estudio, de la Generalitat catalana (Localret), propone aumentarla a 10 m, lo que es claramente insuficiente para garantizar la salud pública.
Ponente: Carlos M. RequejoArquitecto Interiorista, especialista en Geobiología y Calidad del Hábitat. UPC.Gerente de JCC Gabinete de Calidad Ambiental SL.Coordinador de GEA en Barcelona.
Xavier Pardell ing.Tecnico Telecomunicación especialista en mediciones radioelectricasEl texto es una adaptación del informe de riesgo ambiental elaborado por JCC, Dic 2000.
No hay comentarios:
Publicar un comentario