lunes, 24 de septiembre de 2007

Más casos en Bahía Blanca

Instalan antenas de telefonía celular a pocos metros de centros de salud para enfermos de cáncer.

(168 Horas – INFOCÍVICA - miércoles 19 de septiembre de 2007)

Dos antenas de telefonía celular avanzan, amenazantes, sobre los pobladores del barrio Villa Amaducci, de Bahía Blanca. Mientras tanto, la denuncia de los vecinos deambula por los tribunales de la provincia de Buenos Aires. En el medio, la normativa que los aparaba y les daba la razón es modificada por la Secretaría de Política Ambiental provincial. Pero los reclamos siguen, avalados por principios constitucionales.

La demanda fue realizada a fines del año pasado por la Sociedad de Fomento barrial, con el asesoramiento jurídico de la Red de Abogados Voluntarios de la Fundación Poder Ciudadano. Y se basó en la resolución 900/05 de la Secretaría de Política Ambiental, que prohibía “la radicación de instalaciones generadoras de campos electromagnéticos en el rango de frecuencias mayor a 300 KHZ en un radio menor o igual a 100 metros de los siguientes lugares: espacios verdes públicos, lugares históricos, hospitales, centros de salud, institutos de diagnóstico y/o tratamiento, clubes deportivos, jardines de infantes, escuelas, colegios, universidades, geriátricos, estaciones de servicio de combustibles y/o depósito de combustibles, playas de maniobras de camiones transportadores de combustibles o sustancias explosivas, depósitos de explosivos”.

En efecto, las dos antenas (de CTI y Movistar en este caso) se ubican a menos de 100 metros de distancia de la misma Sociedad de Fomento barrial (que dispone de salas médicas), de la Asociación Ayuda-Le (un centro de salud para enfermos con leucemia y cáncer), y de un predio de la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer, en el que se prevé construir casas para enfermos. También están cerca el Pequeño Cottolengo José Nascimbeni, un surgente de agua potable y la plaza Capitán Luciano Guadagnini, donde se desarrollan actividades para los niños que juegan allí diariamente. Y, si alguna enfermedad tiene contraindicada la acción de las antenas emisoras-receptoras de microondas es, precisamente, el cáncer, y específicamente la leucemia.

Pero algo se interpuso en la demanda. En febrero de este año, la Secretaría de Política Ambiental provincial dejó sin efecto la resolución en la que se basa la denuncia, a través de otra resolución: la 144/07. La demanda de la Sociedad de Fomento interpone una acción de Protección y Reparación Ambiental contra las empresas mencionadas, pero también contra la Municipalidad de Bahía Blanca y la Secretaría de Política ambiental de la provincia de Buenos Aires, con el fin de obtener el desmantelamiento y el retiro de las antenas. Sucede que antes de realizar la demanda, la Sociedad de Fomento barrial realizó múltiples reclamos ante el municipio de Bahía Blanca, que respondió, en mayo de 2006, que iba a elevar el informe a la Secretaría de Política Ambiental. Y lo hizo, en agosto de ese mismo año, sin obtener respuesta alguna.

La demanda, entonces, fue interpuesta ante el Juzgado Contencioso Administrativo Nº 1 de Bahía Blanca, que entendió, luego de anulada la resolución en la que se basaba el reclamo, que no estaba científicamente comprobado que las radiaciones afectaran la salud de las personas. “El Juez dicta resolución aplicando los clásicos principios de las medidas cautelares y, olvidando el principio precautorio, declara que es prematura una resolución de cese de las actividades causantes del daño al ambiente y a la salud. Para desestimarla, el juez ha tenido presente la resolución 144/07, que dejó sin efecto las pautas de la 900/5”, explicó Manuel Sáez, abogado de la Red de Abogados Voluntarios de Poder Ciudadano que patrocinó la demanda.

Sin embargo, la demanda también se basa en principios constitucionales, tanto de la Constitución provincial como de la nacional. “No obstante, no hay que olvidar que aún cuando no existiese la resolución 900/05, siendo peligrosas dichas instalaciones, accionamos para que se decrete el cese definitivo de la irradiación en los términos de los artículos 41 de la Constitución Nacional y 28 de la Constitución Provincial, ambos ‘vigentes’ y aplicables en autos”, establece el texto de la demanda. Por esa razón, Sáez destaca que ahora siguen en la búsqueda de declarar inconstitucional la resolución 144/07. Ambos artículos constitucionales se refieren, precisamente, al derecho a un ambiente sano apto para el desarrollo humano.

Según consta en la demanda, sólo en los últimos dos años, en un radio de 150 metros alrededor de las antenas, “se registraron tres casos de personas jóvenes sanas que enfermaron de cáncer y hoy están todas fallecidas”. Y agrega que “también se pueden apreciar árboles secos en ese lugar”.

Y destaca que las antenas ubicadas sobre las torres (una torre autosoportada de 60 metros y otra torre autosoportada de 35 metros) “se caracterizan por la emisión de radiaciones electromagnéticas no ionizantes que son causantes de diversos males para la salud y el medio ambiente”. Así, denuncia que “la exposición a distancias cortas de estos artefactos produce el calentamiento de los tejidos humanos y es toxicogénico, por eso se encuentra absolutamente prohibida la exposición de las personas a su irradiación incluso en los países más avanzados”. Sáez agrega: “La resolución 900/05 representaba un avance de la provincia en materia de radiación de microondas, existente ya en Estados Unidos y en Europa. Y de repente retrocede y vuelve al estado anterior”.

Para mayor información, comunicarse con Manuel Sáez, abogado de la Red de Abogados Voluntarios de Poder Ciudadano, al (0291) 452-9096.

martes, 18 de septiembre de 2007

Telefónica incumple los contratos

Los residentes demandan a la operadora por no retirar la estación de telefonía
JOSE A. RICO




La Comunidad de Propietarios del edificio Puerta Grande de El Campello ha presentado en los tribunales una demanda contra Telefónica Móviles, en la que denuncian que esta operadora lleva un año emitiendo sin permiso desde la antena que instaló en el inmueble hace ya once años.

Según explican en el escrito presentado ante el Juzgado de Primera Instancia de San Vicente del Raspeig, el 1 de septiembre de 2006 expiró el contrato con la operadora de telefonía, que no era prorrogable, y los vecinos acordaron no renovarlo, comunicando con más de cuatro meses de antelación - el 27 de abril de 2006 - esta decisión, un tiempo que consideran más que suficiente.

Tal y como ya informó este medio, los vecinos han pedido desde entonces ayuda al Ayuntamiento y recogido firmas en colaboración con el colegio Pla Barraques, que está a menos de 100 metros del inmueble, sin que sus peticiones hayan tenido éxito. En la denuncia explican que antes de proceder judicialmente han intentado de forma reiterada que Telefónica desconectara la antena y procediera a su desmontaje.

Ahora, los residentes han decidido llevar el tema hasta los tribunales, ya que advierten que Telefónica «no ha cumplido con su parte y continúa utilizando la antena de telefonía en la azotea de la comunidad». Además de solicitar por vía judicial la rescisión del contrato y la retirada de la antena, la Comunidad de Propietarios pide al juez como medida cautelar el corte del suministro eléctrico para evitar que la antena siga funcionando en el edificio. Del mismo modo reclama que el juez condene a la mercantil a realizar y pagar las obras necesarias para devolver a su estado original la azotea del edificio, así como reclama cobrar todos los meses que la mercantil ha estado utilizando la antena desde que finalizó el contrato de arrendamiento el 1 de septiembre de 2006.

Este caso ha provocado una movilización de los vecinos y también de los padres del colegio. La Ampa del Pla Barraques y los residentes de Puerta Grande cuentan con el respaldo de los padres de los colegios Fabraquer y Altamira, de la Gestora de Asociaciones de Vecinos y de EU, que han reclamado al Ayuntamiento la creación de una ordenanza que aleje las antenas de telefonía de los centros educativos y sanitarios y las saque del casco urbano.

Con una campaña contra estas antenas los vecinos y las Ampa recogieron más de 2.400 firmas. Además, los residentes de Puerta Grande, edificio que está situado frente al Pla Barraques y muy cerca del IES Enric Valor, en la avenida Ausias March, se muestran muy preocupados porque desde que se instaló la antena en 1996 han aparecido entre los vecinos al menos nueve casos de cáncer.

Desde el Ayuntamiento se ha rechazado crear una ordenanza, ya que afirman que regular este tema es una competencia estatal y recuerdan que no hay pruebas que demuestren que son perjudiciales. Del mismo modo el Consistorio ha firmado un convenio de buenas prácticas con las operadoras para crear una comisión de seguimiento e intermediación para los conflictos.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

La cuna de la Democracia y el poder económico




COMUNICACIONES-GRECIA:Experimento masivo de biología Por Apostolis Fotiadis
ATENAS, sep (IPS) - El pequeño aparato negro que Panagiotis Vovos sostiene en la mano puede medir el voltaje de las antenas de transmisión de una red de telefonía móvil y detecta hasta siete voltios por metro.

Ese voltaje es superior al máximo permitido de entre 0,2 y seis voltios por metro en muchos países europeos, de seis voltios por metro en China o de un voltio por metro en Rusia. Pero está muy por debajo del límite legal de Grecia, que llega a 33 voltios por metro. "Si el indicador está siempre en rojo, quiere decir que la antena está instalada en uno de los edificios cercanos y que probablemente hay personas bombardeadas de radiaciones muchas horas al día", explicó Vovos a IPS.

En muchos casos, cuando se instala una antena, las personas comienzan a quejarse de dolor de cabeza, dificultad de concentración y memorización, insomnio y mareos. Hay algunos pocos casos que vinculan graves problemas de salud con una prolongada exposición a las radiaciones. El caso más conocido en Atenas es el de la calle Terpandru, donde 10 personas que viven a 40 metros de una antena presentan tumores y leucemia. Las compañías de telefonía móvil niegan que las antenas representen un riesgo para las personas y aseguran a la población que todas sus estaciones operan con menos de 33 voltios por metro, por debajo del límite establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de 45 voltios.

"No le creo a esa organización", sostuvo Vovos. "Es la misma que promueve los organismos genéticamente modificados en el tercer mundo. Está muy cerca del ambiente corporativo como para creerle".

La comunidad científica griega se muestra cada vez más preocupada por las radiaciones producidas por los transmisores. "El nivel actual de exposición aceptable a las radiaciones se fija de acuerdo con las reacciones termales de los organismos vivos. Es decir, por el aumento de temperatura que implican", dijo a IPS Loukas Margaritis, profesor de biología molecular y radiobiología de la Universidad Nacional de Kapodistrián, de Atenas.

"Hoy está probado que la mayoría de los efectos biológicos causados por el contacto de los seres humanos con los campos electromagnéticos artificiales no resultan en un aumento de la temperatura. Por ello, tenemos razón de desconfiar de los actuales límites de seguridad, que obedecen a criterios políticos y económicos, no científicos", explicó.

Recientes investigaciones establecieron una relación entre tipos específicos de cáncer y la exposición prolongada sin precaución a la radiación de antenas. En los últimos seis meses, el aumento de quejas por antenas instaladas cerca de sitios vulnerables como escuelas y hospitales, combinadas con la falta de información creíble, causó preocupación entre la población.

Ciudadanos comenzaron a organizarse para crear conciencia y denunciar una serie de irregularidades en el uso de esas antenas. Algunas personas quisieron ver los permisos de instalación de esos dispositivos en su barrio y descubrieron que las solicitudes nunca habían sido remitidas.

"Las empresas se ponen en contacto directamente con los vecinos por intermedio de sus representantes legales, y los convencen, sustancioso pago mediante, de instalar la antena en su edificio", sostuvo Vovos.

"Incluso, a veces, la camuflan como si fuera una caldera y la gente ni se entera de su existencia", apuntó.

La preocupación suele agravarse por la falta de transparencia en la forma en que las autoridades tratan los pedidos de información de los ciudadanos.

En marzo, una mujer pidió al Comité de Energía Atómica que midiera el voltaje de dos antenas en la calle Rodou, donde vive. Al mes siguiente, recibió una carta en la que se le aseguraba que ambas operaban por debajo del límite permitido. "Me sentí segura, pero no duró mucho", relató la mujer. "Al poco tiempo me enteré de que existía una segunda carta que decía que el voltaje era superior al permitido". Hurgando en la documentación del comité, un activista encontró una segunda misiva dirigida al Comité de Telecomunicaciones y Servicios Postales, responsable de otorgar los permisos a las compañías instaladoras.

El laxo marco legal es en gran parte responsable de que las compañías de telecomunicaciones tengan un significativo espacio de maniobra. Según la legislación vigente, las solicitudes de instalación que no reciben respuesta en un mes son aprobadas de forma automática, aun si carecen de importante documentación como un estudio ambiental o la aprobación del Comité de Energía Atómica.

Tampoco identifica cuál es el organismo responsable de fijar las penas contra las empresas infractoras. Por eso, aparte de unas pequeñas sanciones que las corporaciones sortean con facilidad, muchas antenas siguen en su lugar, aun cuando la compañía haya perdido el caso en la justicia. La ley incluso habilita su camuflaje arguyendo que eso contribuye a mantener la uniformidad urbana.

Los concejos municipales de Atenas y Piraeus, área en las que habitan más cinco millones de personas, se hicieron eco de las preocupaciones de la población y recomendaron revisar las normas. Pero la lentitud de los procedimientos legales no conforma a los ciudadanos. Algunas personas inutilizaron con sus propias manos las antenas instaladas sin permiso e, incluso, las destruyeron después de que la compañía las volviera a habilitar.

"La exposición a gran escala de millones de personas en el mundo a los campos electromagnéticos de las redes de telefonía móvil es el mayor experimento biológico que jamás se haya hecho", señaló Margaritis. "En vez de esperar los resultados, tenemos que actuar de forma preventiva.

El ejemplo de Bélgica, que en febrero redujo su límite máximo de 27 voltios por metro a tres, junto a una propuesta de reducirlo hasta 0,6, es una buena guía", concluyó. (FIN/2007)

viernes, 31 de agosto de 2007

Estudios controvertidos


La OMS encargó a la ICNIRP (siglas en inglés de la Comisión Internacional para la Protección de la Radiación No Ionizante) la delimitación de unos niveles de radiación que no supusieran riesgo para la salud de los ciudadanos. Estos niveles se difundieron en 1998. El año siguiente, el Consejo de la Unión Europea adoptó estos criterios de la ICNIRP en forma de recomendación. El Estado español, al igual que la mayor parte de los países europeos, aprobó esta recomendación en 1999.

Para muchos investigadores, los estándares y niveles recomendados por al ICNIRP son de varios órdenes de magnitud superiores a los que serían seguros para la salud. El punto de vista de la ICNIRP es que el único efecto biológico establecido -y el único posible- de la radiación es el calentamiento de tejidos, y se considera que con el nivel de 450µW/cm2 su efecto térmico no es nocivo. Sin embargo, un contundente número de expertos defiende otro tipo de efectos, como son los de interacción con los mecanismos biológicos (algunos de los cuales se enumeran en el texto principal del artículo).

El investigador neozelandés Neil Cherry, que realizó un estudio por encargo del Parlamento Europeo (junio de 2000), es tajante: "la radiación electromagnética de bajo nivel [como la de los móviles] es perjudicial para el cerebro, corazón, feto, hormonas y células [...] a través de resonancias con los cuerpos y las células, la radiación interfiere en la comunicación inter-células, su crecimiento y regulación, y está dañando la base genética de la vida". Este investigador recomienda una exposición máxima en exteriores en el límite de las zonas habitadas de 0,1µW/cm2.

Para muchos analistas, además, son claros los fuertes lazos del ICNIRP con el ejército y con la industria de las telecomunicaciones, a la que han pertenecido muchos de sus integrantes, incluyendo a su director, el doctor Repacholi, que ahora se desdice del estudio que publico en Microwave News (1994), sobre la relación causa-efecto de telefonía móvil y el linfoma en ratas de laboratorio, estudio que le catapultó a la dirección del programa CEM de la OMS.
Hasta ahora, la mayor parte de la investigación ha sido costeada por las empresas de telecomunicaciones: en mayo de 2000 había en marcha 78 estudios sufragados por la industria en todo el mundo, mientras que los gobiernos estaban financiando solamente 14, y en algunos casos, con una notoria precariedad de medios. Los trabajos financiados por las empresas en buena medida se dedican a reproducir estudios que les son favorables, mientras que los gobiernos se resisten a aportar los fondos suficientes para las investigaciones.


Teléfonos móviles y salud pública

Numerosas evidencias científicas y jurídicas cuestionan su pretendida inocuidad

SINOPSIS
Hoy existen evidencias científicas suficientes para afirmar que la radiación indiscriminada de microondas, que genera la red de telefonía móvil sobre la población, tiene efectos biológicos indeseables e introduce un riesgo inaceptable para la salud pública.
Mientras tanto los informes oficiales concluyen que la radiación que origina el uso de los teléfonos móviles y las antenas asociadas no provoca daños a las personas, aunque recomiendan más estudios e investigaciones.
Los claros vínculos de algunos de estos organismos oficiales con las grandes empresas de telecomunicaciones condicionan sus investigaciones, pero nuevas normativas, en diversos países y las recientes condenas judiciales por contaminación electromagnética, están cambiando el vacío legal existente en las telecomunicaciones.

Efectos biológicos de la telefonía móvil
La radiación de un teléfono móvil supera 3 millones de veces la radiación natural (Natural Sun), y durante su uso la antena emisora-receptora se sitúa literalmente pegada al cerebro. La emisión de microondas, muy cerca de nuestro cráneo, acelera nuestras ondas cerebrales al límite del estrés, y puede tener muchos otros efectos biológicos, como se señala más adelante.

En ausencia de toda normativa las compañías telefónicas aprovechan el vacío legal existente y las antenas repetidoras de la red móvil proliferan en nuestros tejados, muchas veces sin molestarse en recabar los más elementales permisos. Cada vez más podemos disfrutar en el campo de los grupos de antenas repetidoras, de diversos modelos según cada compañía telefónica (Movistar, Airtel, Retevisión), que a la caza de la cobertura total compiten por conquistar el edificio o la colina más alta de la zona.
Hoy la cobertura de la red de telefonía móvil es casi total en todo el territorio nacional -hasta el 90-95% según compañías- y esta telaraña tecnológica crea una polución de radiofrecuencias que invaden todo el espacio radioeléctrico, generando múltiples efectos ambientales y biológicos.

Muchos informes científicos alertan de los riesgos de la contaminación electromagnética y especialmente de las microondas, utilizadas en emisiones de televisión, radares y telefonía móvil, pero también en informática (chips) y en múltiples dispositivos electrónicos (wireless). En exposición continuada, a largo plazo, con el uso del móvil o expuestos a las antenas repetidoras, muchos científicos encuentran daños en la membrana celular (flujo de iones Ca, K, Na), efectos sobre el sistema inmunitario con pérdida de defensas, e incluso alteración del ADN, con destrucción de cromosomas, y rotura de enlaces simples y dobles. Se ha encontrado incremento de tumores en cobayas; se ha relacionado el uso del móvil con el cáncer de piel, y puede ser causa de tumores cerebrales (permeabilidad cerebral); también se ha vinculado con el Parkinson y con el riesgo de potenciar o acelerar la aparición de la demencia de Alzheimer.
Los efectos biológicos dependen del tiempo de exposición a las microondas, aumentan linealmente con la potencia de la fuente de emisión (móvil o antena), y decrecen exponencialmente (d2) al aumentar la distancia entre el móvil o antena repetidora y la persona expuesta. Pueden aparecer con dosis de radiación muy bajas, a partir de 0,1µW/cm2 de potencia de radiación. Los estudios del biofísico Neil Sherry (New Zeeland), encuentran efectos biológicos, con alteración del electroencefalograma a partir de sólo 0,01µW/cm2. Datos confirmados por las investigaciones del Dr. V. Klitzing (Lübeck, Germany) que como especialista en Física Médica sitúa los umbrales de prevención entre 1 y 10 nanoWatios/cm2 (0,001-0,01µW/cm2).

Por su parte, los efectos neurofisiológicos a corto plazo muestran una clara correlación con el mayor uso de móviles o con una mayor proximidad a las antenas. Algunos de estos efectos son: incremento del estrés; alteración de ondas cerebrales y otros biorritmos; pérdidas de memoria, mente en blanco; dolor de cabeza persistente; insomnio y trastornos del sueño; ruidos y zumbidos de oídos, mareos y vértigo; palpitaciones y alteraciones del ritmo cardíaco; subida de presión sanguínea; calentamiento de los tejidos cercanos al oído y a la córnea del ojo, con aumento del riesgo de sufrir cataratas; eritemas en las zonas de piel expuestas directamente a las radiaciones; además de toda una serie de malestares difíciles de definir, que la medicina califica como distonías neurovegetativas, el nuevo Síndrome de las Microondas.

Todos somos sensibles a las microondas, pero el peligro potencial frente a los campos electromagnéticos es mayor para la "población de alto riesgo", como embarazadas, bebés y niños que presentan un peligro estadístico mucho mayor (hasta en centenares de veces).
El riesgo también se incrementa en enfermos, ancianos y, más aún, en las personas ultrasensibles, el colectivo de "alérgicos a la electricidad" que puede presentar respuestas biológicas con dosis de radiación hasta mil veces menores.
Marco legal en electromagnetismo

Actualmente la mayor parte de la comunidad europea sigue la norma NEV 50166-2, según los criterios del ICNIRP (International Comission on Non-Ionizing Radiation Protection), una institución al servicio de los intereses de la industria. Este organismo, dependiente de la Organización Mundial de la Salud, OMS, recomienda como límites de densidad de flujo de potencia 450 µW/cm2 para radiaciones continuadas de 900 MHz, y de 900 µW/cm2 para la de 1.800 MHz. Pero recientemente Suiza, siguiendo el ejemplo de Italia, China o Rusia, ante las evidencias científicas de riesgo sanitario para la población, aplica de manera preventiva, y mientras progresan las investigaciones, una normativa de electromagnetismo más restrictiva, que reduce por 100 los valores aceptados por el ICNIRP. La Oficina Suiza de Medio Ambiente ha fijado provisionalmente el límite de exposición humana para la red de telefonía en 4 µW/cm2 (julio 2000).

En la Resolución de Salzburgo (Conferencia internacional sobre Emplazamiento de Emisoras de Telefonía Móvil, Ciencia y Salud Pública, junio de 2000) se da un paso más, recomendando un valor provisional máximo de 0,1µW/cm2 para las estaciones base GSM. La OMS, a través del ICNIRP, sin embargo, no acepta estos límites que califica de arbitrarios, y se remite a los resultados de un estudio epidemiológico en curso, que estará terminado en 2003.
De manera muy pragmática, al no poder cuantificar el riesgo económico, la compañía de seguros Lloyds británica, rehusa asegurar los riesgos sanitarios de los teléfonos móviles, como ya lo hicieran la mayoría de compañías de seguros ante el riesgo de los campos electromagnéticos de baja frecuencia ELF (red Alta Tensión, etc.), que quedan excluidos de la cobertura de las pólizas de seguros (letra pequeña), al mismo nivel que los riesgos inevitables del peligro nuclear, huracanes o terremotos (Allianz 1993).

Ante el vacío legal y normativo existente en España, varios municipios han pedido a nuestro gabinete la realización de un Mapa de Radiación de microondas, o solicitado asesoría técnica para la elaboración de ordenanzas que limiten la proliferación de las antenas repetidoras, siguiendo el ejemplo de Eibar, Cartagena o Santa Coloma de Gramenet, que han publicado bandos u ordenanzas locales que limitan o excluyen las antenas repetidoras en sus municipios.
Conscientes del peligro de un uso prolongado y habitual en el entorno laboral, diversos sindicatos británicos (marzo de 2000), han manifestado que ningún afiliado puede ser obligado por la empresa a llevar encima o utilizar un teléfono móvil durante la jornada laboral.
En EE UU es obligatorio el etiquetado de los teléfonos móviles, de manera similar al tabaco. Desde agosto de 2000, cada nuevo modelo debe indicar el nivel de radiación emitida, para informar del riesgo de cada teléfono móvil y eludir posibles reclamaciones multimillonarias como en el caso de la industria tabaquera.

Entre tanto, el Gobierno español se está planteando redactar un decreto en el que instará -sin obligar- a los fabricantes de teléfonos móviles a que incluyan información sobre sus emisiones, aunque se descarta el incluir advertencias de que puede ser perjudicial para la salud como ya se hace, por ejemplo, en Reino Unido.

La reciente condena judicial a Iberdrola (May 2000), primera en España por contaminación electromagnética, abre un precedente legal para las demandas de los ciudadanos. Que se confirma con la primera sentencia judicial (2000) prohibiendo una estación de telefonía móvil, en Alemania, alega razones de salud, especialmente por el peligro para el cerebro de los ciudadanos. La sala considera poco segura la Ordenanza Alemana que establece en aprox. 470.000 nanowatios/cm2 el límite para la red D de 900 megahercios… que se basa en recomendaciones del ICNIRP. La SSK (Organismo Alemán para Protección contra Radiaciones) considera posible que se produzcan efectos atérmicos en el ámbito de los campos débiles de alta frecuencia "cuando tiene lugar un comportamiento coherente de las estructuras supramoleculares y al mismo tiempo los pequeños cambios físicos son amplificados por cadenas biológicas de señales.

Consejos para reducir el riesgo sanitario
Recordemos que la EPA en un informe de 1990 (nunca publicado), clasificó los campos electromagnéticos como cancerígeno B2, (o sea probable carcinogénico), similar al tetracloruro de carbono, las dioxinas, PCBs o el DDT, hoy día todos ellos prohibidos, y luego ante las presiones del lobby eléctrico, silenció el informe.
Ante esta disparidad de criterios, y con la experiencia de múltiples sustancias o actividades pretendidamente inocuas, que luego se han mostrado malsanas (amianto, numerosos pesticidas inicialmente inofensivos y luego prohibidos, alimentar a las vacas con piensos cárnicos, medicamentos que luego han provocado graves malformaciones, uranio emprobrecido...) lo único razonable es un enfoque que prime la salud de los ciudadanos antes que los intereses económicos de un puñado de empresas poderosas.
Así concluían los expertos independientes británicos cuando dieron a conocer su informe para el Ministerio de Sanidad de Reino Unido en mayo de 2000: "recomendamos que se aplique el principio de prevención en el uso de las tecnologías de telefonía móvil hasta que se disponga de mayor y más fundamentada información científica sobre sus efectos sobre la salud".
Consecuentemente, dado el riesgo evidente, debemos usar el móvil lo menos posible, limitando el número de llamadas y su duración. Si no hay más remedio que usar un móvil, los analógicos son más aconsejables que los digitales (GSM). Debemos elegir un modelo de baja radiación -las potencias de emisión suelen oscilar entre 0,6 y 2 W- y considerarlo un teléfono de emergencia. Es aconsejable extender la antena y alejarlo todo lo posible de la cabeza al hablar (accesorio manos libres), así como el uso de mensajes escritos, por su breve emisión radioeléctrica y por la distancia de lectura.
Cuando no se use (stand by), mantener el teléfono alejado del cuerpo, y evitar llevarlo permanentemente cerca de los genitales, riñones, corazón, ojos o cerebro. No usarlo dentro de edificios, pues aumenta la potencia de radiación al tener que atravesar estructuras densas. Debe evitarse su uso en lugares públicos, para evitar la irradiación involuntaria al usuario pasivo. Es importante impedir la venta y promoción del teléfono móvil a los jóvenes, evitando su uso por los niños, por su mayor sensibilidad.
En el mismo sentido, debemos evitar permanecer cerca de las antenas repetidoras, por la gran potencia y la larga duración de la exposición. Si residimos cerca de una antena repetidora, es preciso medir con precisión la radiación efectiva recibida por las personas (densidad de potencia), con aparatos homologados de alta sensibilidad a cargo de un experto, que puede medir in situ la radiación de microondas y sugerir las medidas necesarias. Ante la amenaza omnipresente de las antenas, podemos instalar pantallas de protección para las microondas, dado que la mayor parte de la radiación de la red de telefonía móvil penetra por las ventanas.
Ante la amenaza de la cobertura total, surge la demanda de instalar pantallas de microondas que impidan el uso del móvil. Este blindaje RF puede ser muy adecuado en salas de conciertos o en iglesias, pues nada es más molesto e indiscreto que oír el timbrazo de un móvil en un funeral, o durante un pianísimo. Cada vez más locales públicos, hoteles y restaurantes de calidad, evitan el uso indiscriminado del teléfono móvil y ofrecen a sus clientes un entorno de silencio, relax y confort ambiental.
Deben evitarse, sin embargo, los sistemas de interferencia RF activos, pues incrementan la radiación ambiental. Por el contrario, las pantallas opacas a las microondas -películas transparentes o cortinas opacas que pueden blindar muros y ventanas-, garantizan el silencio-radio y una reducción de la densidad de potencia dentro del local del 90 al 95%. De otro lado es posible obtener cobertura de telefonía, pero sin sufrir la radiación ambiental, colocando una antena exterior al blindaje, similar a la de los celulares de coche, conduciendo la señal por cable a los lugares que lo precisen, de una manera selectiva.
Resulta de vital importancia realizar, a nivel del estado, un Mapa de Radiación, que permita planificar el crecimiento urbanístico en armonía con la red de telefonía, introduciendo criterios sanitarios y, especialmente, evitar las antenas repetidoras cerca de guarderías, escuelas, hospitales y centros similares, donde se encuentra la población más sensible. Es preciso establecer distancias de seguridad siguiendo las más avanzadas normativas internacionales: mientras la UE propone una distancia mínima de seguridad -sin presencia humana- alrededor de las antenas de 58 m, en Toronto (Canadá) son 200 m, 300 m en Namur (Bélgica) y 500 m en Australia. En este momento en España se autorizan las antenas a 5 m de la ventana de una vivienda, y la nueva normativa en estudio, de la Generalitat catalana (Localret), propone aumentarla a 10 m, lo que es claramente insuficiente para garantizar la salud pública.

Ponente: Carlos M. RequejoArquitecto Interiorista, especialista en Geobiología y Calidad del Hábitat. UPC.Gerente de JCC Gabinete de Calidad Ambiental SL.Coordinador de GEA en Barcelona.

Xavier Pardell ing.Tecnico Telecomunicación especialista en mediciones radioelectricasEl texto es una adaptación del informe de riesgo ambiental elaborado por JCC, Dic 2000.

Antenas y móviles: Lo que nos están ocultando




Artículo publicado en el número 2 de la revista "El Viejo Olmo" (2006), editada por "Foro Castellano".

Las redes de telefonía móvil han tenido un crecimiento y un despliegue sin medida en los últimos años, realizado con un cúmulo de irregularidades urbanísticas y legales que en Castilla y León afectan a una gran mayoría de instalaciones, puesto que carecen de las necesarias licencias urbanísticas y ambientales. La proliferación caótica y descontrolada de antenas ha provocado un aumento significativo de la contaminación electromagnética y de los riesgos ambientales y sanitarios asociados. El triste caso del García Quintana, con 5 leucemias y linfomas infantiles y una niña fallecida, es un conglomerado de cáncer entre los más de 40 publicados en prensa con antenas de telefonía como “común denominador”. Apenas han trascendido los 25 enfermos de cáncer de Móstoles (Segunda Mano, 25/1/05), los 37 de Santa Marta de Tormes (El Adelanto, 27/1/04), los 30 de Molina de Segura (La Verdad, 23/10/04), los 20 de La Coruña (El Ideal Gallego, 5/1/02), los 23 de Mallorca (Última Hora Digital, 12/8/03), los 34 de Alzira (Las Provincias, 5/12/03), los 20 de Coria (El Periódico de Extremadura, 17/12/03), o los 20 de San Ginés (La Opinión, 10/12/03).




También en el extranjero: En Wishaw, cerca de Birminghan, un puñado de personas acamparon recientemente para evitar que el mástil de telefonía, que había sido derribado por unos desconocidos, fuera levantado de nuevo, ya que allí se ha producido uno de los cluster de cáncer más graves de toda Inglaterra. En Saint Cyr, (Francia) se desmontaron las antenas instaladas en el tejado de un colegio, tras la aparición de varios tumores y otros problemas de salud en el alumnado. En las revistas científicas ya comienzan a publicarse estudios que muestran el aumento de casos de cáncer en la proximidad de antenas de telefonía que explicarían la aparición de estos cluster (Wolf y Wolf, 2004), e incluso los mecanismos biológicos subyacentes (Leszczynski et al., 2002). Muchos empleados de agencias inmobiliarias conocen por experiencia que bastantes áticos y pisos elevados se alquilan o venden mal, cambian con frecuencia de inquilino y permanecen vacíos durante largas temporadas. Cuando desde ellos se divisan antenas de telefonía, esos pisos son los que reciben más directamente la radiación y entonces, ante la impotencia del propietario, su valor económico se devalúa. Niños llorones, padres insomnes, síntomas extraños que no encuentran justificación en los exámenes médicos convencionales que, por desgracia, no suelen profundizar en las causas ni indagar en la ecología cotidiana de las personas, obligan a muchas familias a abandonar su domicilio o, en el mejor de los casos, a protegerse con planchas metálicas, aplicando el método de la “Jaula de Faraday” aprendido de la física. Esta es la realidad de lo que está sucediendo y es sabido que la verdad, como la ciencia, no pueden ocultarse indefinidamente. Aunque los portavoces de las operadoras repiten incesantemente en los medios que “no hay nada demostrado” e intentan ridiculizar en lo posible a las personas afectadas, la enfermedad de las radiofrecuencias o “síndrome de microondas” es una realidad médica que abarca un conjunto de síntomas comunes (dolor de cabeza, fatiga, irritabilidad, pérdida de apetito, trastornos del sueño, depresión, dificultad de concentración, pérdida de memoria, trastornos visuales y auditivos, vértigo, dificultad de movimiento y problemas cardiovasculares, dermatológicos e inmunológicos principalmente), que se han notificado en estudios epidemiológicos realizados sobre personas que viven en las proximidades de las estaciones base de telefonía. Su aparición aumenta de forma estadísticamente significativa al disminuir la distancia a la fuente emisora (Santini et al., 2003) y su severidad está directamente relacionada con la densidad de potencia medida en cada domicilio (Navarro et al., 2003). La implantación del nuevo sistema UMTS exigirá duplicar el número de antenas, que es previsible que empeoren la situación de contaminación electromagnética todavía más. Precisamente en un estudio encargado recientemente por el gobierno holandés, para valorar el impacto de las antenas de la tercera generación de móviles (UMTS) sobre la salud de las personas (Zwamborn et al., 2003), se encontraron efectos significativos sobre las funciones cognitivas y el bienestar a niveles bajos (1 V/m) de Intensidad de Campo Eléctrico.



Estos mismos síntomas se han notificado en usuarios de teléfonos móviles (Frey, 1998). (La radiación de las antenas y los móviles es la misma, se trata de microondas moduladas y pulsadas). Recientemente (diciembre de 2004) se han difundido los resultados del Proyecto “REFLEX” (acrónimo de “Risk Evaluation of Potential Environmental Hazards from Low Energy Electromagnetic Field (EMF) Exposure Using Sensitive in vitro Methods”) en el que 12 equipos de investigación de 7 países de la Unión Europea (entre ellos España) han concluido que la radiación de los teléfonos móviles a los niveles autorizados actualmente provoca efectos genotóxicos (daños genéticos y celulares). Lo más grave que se puede decir de un teléfono móvil es que rompe las páginas del libro donde está escrito el secreto de la vida, con los códigos que la hacen posible. Las mutaciones en el ADN son el primer paso para la aparición de tumores y enfermedades neurodegenerativas. Pero, para los que seguimos de cerca el “secuestro de la ciencia” y el escándalo en cierne que se va fraguando alrededor de este campo de investigación desde hace años, estos resultados no aportan demasiadas novedades.

Aunque la industria y algunas autoridades los han ignorado sistemáticamente, son la replicación de los trabajos del equipo de Henry Lai del laboratorio de investigación en bioelectromagnetismo (Departamento de bioingeniería de la Universidad de Washington), que lleva publicando esto mismo desde hace cerca de 10 años, cuando el despliegue de la telefonía móvil se encontraba en sus albores. De hecho varios estudios epidemiológicos han encontrado una relación entre el tiempo de utilización de teléfonos móviles y el aumento de aparición de tumores cerebrales (Hardell et al., 2002; Lonn et al., 2004). Una consecuencia directa de los resultados de “REFLEX” es que deja obsoleta la Recomendación europea de niveles de exposición del público (1999/519/CE) asumida por nuestra legislación, que adoptó los niveles recomendados por el ICNIRP (International Commission on Non-Ionizing Radiation Protection) -sospechoso por su buena relación con la industria desde hace años- y demuestran, una vez más, los efectos no térmicos de las radiaciones electromagnéticas. Estos resultados dejan también en entredicho los mensajes publicitarios de las operadoras sobre la inocuidad de las antenas de telefonía y de los móviles que, supuestamente, eran seguros por emitir por debajo de los niveles autorizados, como habían denunciado repetidamente las asociaciones de afectados. Actualmente las operadoras intentan superar la situación de “rechazo social” al despliegue de las antenas con nuevas estrategias de camuflaje. La colocación de picoantenas a nivel de calle afecta especialmente a los peatones y comercios y contamina calles enteras (las antenas sobre los tejados afectan especialmente a los pisos superiores). En Castilla y León están proliferando las picoantenas (en Valladolid se han localizado ya 36). Calles emblemáticas y peatonales como la palentina “Calle Mayor”, la Salmantina de “La Rua” o la “Calle Santiago” de Valladolid han sustituido el humo de los tubos de escape por la radiación invisible de microondas a unos niveles preocupantes (por encima de 2 V/m). También se ha instalado el sistema Wi-fi en toda la ciudad de Zamora. Aunque no conocemos el resultado, las noticias que nos llegan son alarmantes, con aumentos significativos de insomnio y enfermedades neurodegenerativas en personas de la tercera edad. Los efectos acumulativos de estas radiaciones en el sistema nervioso están produciendo un aumento galopante de personas electrohipersensibles en todo el mundo (ya se cuentan por cientos de miles en los Países nórdicos y en el Reino Unido), que tienen auténticas dificultades para vivir en la civilización (GRANLUND-LIND & LIND, 2004) En el Reino Unido se ha publicado recientemente (11/1/05) el nuevo informe de la NRPB (National Radiological Protection Board) (NRPB, 2004) que es la continuación del informe Stewart publicado en mayo de 2000 (Stewart, 2000). El Presidente del Comité, Sir William Stewart declaró recientemente al diario “Times” (12/1/05): La NRPB advierte que los niños tiene un gran riesgo de daño cuando utilizan sus teléfonos móviles y dicho riesgo ha sido subestimado por numerosos científicos. También dice que la evidencia ha sido más convincente en los últimos 5 años. La misma noticia afirma que David Hart, Secretario General de la Asociación Nacional de Directores de Escuelas hizo un llamamiento para la prohibición de los móviles en las escuelas. (Nos sorprende el silencio que están manteniendo las autoridades españolas mientras tanto, que contrasta con las fuertes medidas antitabaco que se están tomando en todos los ámbitos). Dicho informe de la NRPB también previene sobre la ubicación de las antenas de telefonía cerca de escuelas y lugares sensibles (ya lo hacía el informe del 2000 que advertía de la posibilidad de que afecten al bienestar de las personas que reciben directamente la radiación). La radiación del teléfono móvil aumenta especialmente en recintos metálicos (coches, trenes y autobuses), porque las reflexiones aumentan (“efecto campana”) y afecta a los usuarios pasivos (de igual forma que los fumadores pasivos). Por respeto a los demás no se debe utilizar el móvil cerca de otras personas y especialmente de ancianos, mujeres embarazadas y niños. Pero, por desgracia, estas recomendaciones no están trasladándose a la población, sino que, por el contrario, la publicidad de las operadoras insiste en la inocuidad tanto de las antenas como de los móviles y frecuentemente dirige sus campañas publicitarias hacia los sectores más vulnerables y desprotegidos como son los adolescentes y los niños. La codicia insaciable y el avance imparable de este “tecnoentusiasmo”, que parece no tener fin (GSM, DCS, UMTS, WLAN, WIFI, DECT, BLUE TOOTH, WI-MAX...), se asemeja a una especie de macabro ritual de suicidio electromagnético colectivo. La importancia de este sector estratégico en el PIB y en los ingresos de los medios de comunicación hace el resto, amordazando a la prensa y atando de pies y manos a las autoridades para tomar medidas sanitarias, que quedan vergonzosamente pospuestas tras los intereses económicos. La Audiencia de Valladolid cerró hace unos meses la vía penal del caso “García Quintana”, un exponente del desamparo ciudadano ante los grandes poderes económicos que consiguen ignorar derechos constitucionales, como el de la salud, y una manifestación de la sumisión a esos poderes de algunas autoridades políticas, judiciales o sanitarias -estatales y autonómicas- supuestamente garantes de aquellos derechos. La caótica coyuntura actual no debe conducir al desánimo, sino a la reactivación del movimiento social que felizmente resurge en ciudades y pueblos de todo el mundo ante esta nueva y grave amenaza.

martes, 21 de agosto de 2007

Paisaje urbano ?



Son solo un atentado al paisaje ?
Es solo contaminación visual lo que implican ?


Este es uno de los elementos cada día más presente en nuestras ciudades. Consagradas desde hace unos cuantos años, las antenas de radiobases de telefonía celular ya son parte del paisaje urbano de nuestras ciudades. En muchos países las aceptamos como generosas inquilinas en nuestros edificios...y otras veces, no tan generosas, se transforman en la limosna mensual que las transnacionales de la telefonía celular dejan a aquellos cuyo único patrimonio parece ser un pedacito de tierra.

En paises donde la vida y la tierra tienen otro valor, los gobiernos y las comunidades locales se movilizan y se ocupan de legislar sobre el tema, y exigir a las compañías que las ubiquen en lugares apartados o al menos escondidos.

Hoy en día hay decenas de consorcios, complejos habitacionales y comunidades locales movilizándose e incluso constituyendo verdaderas organizaciones sociales para afrontar el aún no demostrado (publicamente) daño que implica la exposición prolongada y constante a las potentes radiaciones de estas antenas.

En junio de 2006 el Concejo Municipal de la ciudad de
Firmat (Santa Fé, Argentina) sancionó una ordenanza que prohíbe la instalación de antenas de telefonía celular dentro del radio urbano. (leer más)

En el barrio de Sayago (Montevideo), CTI (América Móvil), Movistar (Telefónica) y Ancel (estatal Uruguaya) ubicaron sus antenas en un radio no mayor a 150 mts. donde conviven un centro comercial con más de 50 comercios, 3 edificios que nuclean 90 apartamentos, 3 centros educativos con más de 400 alumnos cada uno, varios centros deportivos y un centro de Salud Pública.


La llamada Responsabilidad Social Empresarial (o Responsabilidad Social Corporativa) tiene como uno de sus puntos de partida, el respeto a la legislación sobre temas medioambientales.
Pero qué ocurre cuando la legislación en la materia no existe o simplemente no prevee ni contempla situaciones como la que nos ocupa ?

Acaso solo la normativa o el temor a sanciones económicas pueden hacer que las empresas desarrollen sus actividades en un marco ético que no represente riesgos para la salud de la población ?